Dos noticias, dos, ocuparon la actualidad de ayer miércoles. Ambas en el País Vasco. El coche-bomba de ETA y la reunión Rajoy-San Gil.
Toda acción tiene siempre una reacción. Los duros golpes que la banda se está llevando en los últimos tiempos hacen que se desespere. Pero las cosas han cambiado. Y a peor. No son lo mismo dos artefactos explosivos de baja potencia en bajos de oficinas -y de madrugada- que un tiro frente a frente en pleno día. No es lo mismo un tiro frente a frente en pleno día que un coche-bomba con más de cien kilos de explosivos al lado de un cuartel habitado. Ojo. Lo de ayer pretendía ser una catástrofe, si cabe, mayor de lo que fue. Y no hay que ser un halcón para caer en ello. ETA se está dando cuenta de que perdió la última oportunidad de desaparecer, por así decirlo, por las buenas cuando rompió la tregua. Ahora está desapareciendo por las malas, sin trampa ni cartón y, lo que es peor para los terroristas, con todas las fuerzas democráticas unidas:
«Los firmantes queremos responder con unidad y firmeza a esta nueva acción criminal de los terroristas. Los firmantes vamos a seguir defendiendo la vida y la libertad y vamos a combatir con coraje y fortaleza democrática a la organización terrorista ETA hasta derrotarla definitivamente a través de la fuerza exclusiva del Estado de Derecho.»
¿Los firmantes? PSOE, PP, CiU, PNV, IU-ICV, ERC, BNG, CC, UPyD, Na-Bai, CEOE, CEPYME, CCOO, UGT y USO. Cuatro años y la pérdida de otras elecciones generales han hecho falta para que el Partido Popular se diera cuenta de que con la política antiterrorista no se juega. En cualquier caso, es una buenísima noticia. Aunque no sé si debida a que realmente están convencidos de apoyar al Gobierno o es que están más pendientes de su ombligo y se enteran de poco.
Por otro lado, ayer, a eso de las ocho de la tarde, Rajoy y San Gil se reunieron en un hotel vitoriano -que no victoriano-. Nadie sabé qué se dijeron, entre otros factores, porque Rajoy ha instalado el mutis total en el partido: «es que hoy no es el día», decían. Sólo sabemos que María se ha sentido «engañada» por la dirección de su partido y que desde Génova han querido hacer creer que abandonaba la ponencia política sin razón. «Si el interlocutor me discute hasta el concepto de Nación, me preocupa», ha dicho. Oh, oh… ¿se discute en el PP el concepto de nación? ¿No habíamos quedado en que la palabra nación no era ni un concepto discutido ni un concepto discutible? ¿O ahora sí? La cuestión es que San Gil le ha dado cuarenta días -con sus cuarenta noches- a Mariano para recuperar la confianza en él. En caso contrario, dice que se larga. No se puede decir, desde luego, que María San Gil no es una mujer de principios: ‘o se hace lo que yo digo o cojo la puerta y me voy’.
Aunque mira que yo pensaba que la confianza era algo que se ganaba con el paso de los años y no en cuarenta días… Imitando a Luis del Val, aleluya para hoy: menos mal que están todos los firmantes, porque Rajoy no gana para sustos en desplantes.
Esto es lo que dicen…